Parroquia desde 1816. En su fachada, según el historiador Fausto Soriano, predomina el "estilo neoclásico herreriano". El retablo del Altar Mayor es obra pictórica de Rafael Roses Rivadavia.
Francisco Javier Delicado Martínez.
Fruto de una sensibilidad romántica, extraño medievalismo y racionalismo funcionalista se dan cita en el lenguaje plástico de la Iglesia del Niño Jesús muy digna obra del arquitecto Justo Millán Espinosa, de sobria euritmia y equilibrio de masas, de estilo bizantiniante, construida durante los añod de 1881 a 1888 sobre el solar que ocupaba una antigua ermita.
De planta de cruz latina e inserta en un rectángulo de 48x25 metros, el templo se organiza en tres naves que ocupan tres tramos, crucero que cubre con casquete semiesférico, presbiterio de disposición heptagonal sobre la cabecera, girola (desfigurada por la habitación de la sacristían en el lado del Evangelio y de la Capilla de la Comunión en el lado de la Epístola), coro a los pies y altares adosados a los muros de las naves laterales.
Dos fachadas acotan la volumétrica y compacta masa arquitectónica del edificio: la posterior, recayente a la calle del Niño, resolviéndose con sencilla puerta de ingreso enmaracada por arco de medio punto, mientras que óculos y vanos verticiales rasgan su alzado acorde a la restante ornamentación exterior y la anterior o principal, versante a la calle de Juan Ortuño.
La fachada principal, compartimentada y de rigurosa simetría, presenta amplio pórtico tripartito, es decir con tres puertas de ingreso de gran altura, recercadas con arcos de medio punto y encuadradas por cornisas triangulares. La singularidad del contexto la proporciona el perfil de la prismática torre-campanario, de reminiscencias africanas, de disposición octogonal y rematada por un chapitel piramidal, pivotante y gravitando sobre el eje central de la imafronte, cual eco derivado de la la derribada iglesia madrileña del Buen Suceso, obra del arquitecto Agustín Ortíz de Villajos, y esquema que Justo Millán desarrollará también en la Iglesia del Rosario de la Unión.
Del interior se subraya el retablo mayor, compuesto por catorce pinturas a la encáustica sobre acrílico, debidas al pintor Rafael Roses Rivadavia, que data de 1982 y los retablos neogóticos del crucero y de la capilla de la Comunión. También conserva, proveniente de la primitiva ermita, el aguamanil de granito existente en la sacristía.
Con esta obra de carácter historicista, llena de ingenio e innovación, Justo Millán da un sentido peculiar a la arquitectura neomedieval, enraizada con el denominado "estilo Villajos", de fuerte impronta en la Región de Murcia.